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¿Qué es demanda efectiva?

La demanda efectiva es la cantidad total de bienes y servicios que los consumidores están dispuestos y son capaces de comprar a un determinado nivel de precios en un mercado específico durante un período de tiempo establecido.

Este término fue popularizado por el economista británico John Maynard Keynes y es fundamental para entender cómo se determina el nivel de producción y empleo en una economía en el corto plazo.

Componentes de la demanda efectiva

La demanda efectiva se compone de dos elementos principales: la demanda agregada, que es la suma total de la demanda de bienes y servicios en una economía, y su capacidad de ser satisfecha, es decir, que los consumidores no solo deseen comprar, sino que también dispongan del poder adquisitivo necesario para hacerlo.

Demanda agregada y su impacto en la economía

La demanda agregada está formada por el gasto en consumo de las familias, la inversión realizada por las empresas, el gasto público del gobierno y las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones).

Cada uno de estos componentes influye en la demanda efectiva y, por lo tanto, en la actividad económica de un país.

Cómo funciona la demanda efectiva

El concepto de demanda efectiva se basa en la idea de que, en muchas situaciones, la capacidad productiva de una economía supera la cantidad de bienes y servicios que se demandan.

Si la demanda efectiva es baja, las empresas no encontrarán incentivos para producir más, lo que puede llevar a una reducción de la producción y, en consecuencia, del empleo. Por otro lado, si la demanda efectiva aumenta, las empresas se estimulan a aumentar la producción y, con ello, se puede generar un crecimiento económico y creación de empleo.

Ejemplo práctico: Impacto de la demanda efectiva en la economía

Imaginemos que nos encontramos en una economía hipotética en la que el poder adquisitivo de los consumidores ha disminuido debido a una subida de impuestos. A consecuencia de esto, la demanda de bienes y servicios disminuye, puesto que los consumidores tienen menos dinero disponible para gastar. Las empresas, al notar una reducción en sus ventas, pueden decidir disminuir la producción para evitar la acumulación de inventario no vendido. Esta disminución de la producción puede llevar a despidos y, por ende, a un aumento en la tasa de desempleo. Así, vemos cómo una disminución de la demanda efectiva puede tener un efecto negativo en toda la economía.

Ejemplo práctico: Demanda efectiva y política fiscal

Por otro lado, consideremos un gobierno que decide implementar una política fiscal expansiva, incrementando sus gastos en infraestructura. Este aumento del gasto público puede incrementar la demanda de bienes y servicios relacionados con la construcción, mejorando así la demanda efectiva global de la economía. Las empresas de los sectores afectados podrían entonces experimentar un aumento en sus pedidos, lo que las llevaría a aumentar la producción y, posiblemente, a contratar más trabajadores, reduciendo así el desempleo y potencialmente incrementando el poder adquisitivo general de la población.

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